Nuestro Equipo


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Nuestro equipo inicialmente se conformó por  Ana Bertha y una servidora. Posteriormente  se agregaron Nohemí y Georgina,  luego de varias sesiones, finalmente se une al equipo Alheed, para formar así  el equipo de "Las Intrépidas" (nombre propuesto por Ana  Bertha, por atrevernos a iniciar una gran aventura al tomar este Diplomado).
Con el apoyo mutuo entre las integrantes de este gran equipo, logramos terminar este Diplomado y así vencer todos los obstáculos y piedras en el caminito que se nos presentaron a cada una en nuestros diferentes ámbitos.
lloramos, reímos, nos abrazamos y consolamos, disfrutamos con la presencia de cada una en las diferentes sesiones, sufrimos, a veces veíamos tan lejana la meta ¡pero lo logramos!.
¡Gracias mi Dios por la maravillosa experiencia y por las grandes mujeres que pusiste en mi camino!
¡Flora, también tu  formaste parte de ello!
¡Felicidades Intrépidas!




AMIGAS Y COMPAÑEROS DEL DIPLOMADO
GRUPO 057




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Amiga Gina: fué un placer conocerte y trabajar contigo. Te adelantaste y el consuelo que nos dá, es el saber que estas en el mejor lugar. No nos pudimos despedir, pero ahora lo hago, por medio de estas líneas. Deseo que sepas que este hermoso equipo, no hubiera estado completo sin ti.
Allá, donde estas, recibe un gran abrazo querida  intrépida, Georgina.



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LA ORACIÓN DE LA MAESTRA

¡Señor! Tu  que enseñaste, perdona que yo enseñe; que lleve el nombre de maestra, que tú llevaste por la tierra.

Dame el amor único de mi escuela; que ni la quemadura de la belleza sea capaz de robarle la ternura de todos los instantes.

Maestro, hazme perdurar le el fervor y pasajero el desencanto.

Arranca de mí este  impuro deseo de justicia que aún me turba, la mezquina insinuación de protesta que sube de mí cuando me hieren.

No me duela la incomprención ni me entristezca el olvido de las que enseñé.

Dame el ser más madre que las madres, para poder amar y defender como ellas lo que  no es carne de mis carnes.

Dame que alcance hacer de una de mis niñas mi verso perfecto y adejarte en ella clavada mi más penetrante melodía, para cuando mis labios no canten más.

Muéstrame posible tu Evangelio en mi tiempo, para que no renuncie a la batalla de cada día y de cada hora por él.

Pon en mi escuela democrática el resplandor que se cernía sobre el corro de niños descalzos.

Hazme fuerte, aun en mi desvalimiento de mujer, y de mujer pobre; hazme despreciadora de todo poder que no sea puro, de toda presión que no sea la de tu voluntad ardiente sobre mi vida.

¡Amigo acompáñame! ¡Sosténme! Muchas veces no tendré sino a Ti a mi lado. Cuando mi doctrina sea más casta y más quemante mi verdad, quedaré sin los mundanos; pero Tú me oprimirás entonces contra tu corazón, el que supo harto de soledad y desampararo. Yo no  buscaré sino en tu mirada la dulzura de las aprobaciones.

Dame el levantar los ojos de mi pecho con heridas, al entrar cada mañana a mi escuela. Que no lleve a mi mesa de trabajo mis pequeños afanes materiales materiales, mis mezquinos dolores de cada hora.

Aligérame la mano  en el castigo y suevizamela más  en la caricia.

¡Reprenda con dolor, para saber que he recogido amando!
Haz que haga de espíritu mi escuela de ladrillos. Le envuelva la llamarada de mi entusiasmo su atrio pobre, su sala desnuda. Mi corazón le sea más columna y mi buena voluntad más oro que las columnas y el oro de las escuelas ricas.

Y por fin, recuérdame desde la palidez del Lienzo de Velázquez, que enseñar y amar intensamente sobre la tierra es llegar al último día con el lanzazo de Loginos en el costado ardiente de amor.

                 GABRIELA MISTRAL








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